martes, 12 de mayo de 2009

La fiebre porcina

No hay que hacer caso de ese chiste que enseña a identificar la gripe porcina cuando uno pone cara de estornudar y en lugar de salirle un “atchisss” le sale un “oink”. La cosa es más seria. La Organización Mundial de la Salud resume su opinión autorizada en estos términos: “El nuevo germen virulento es una mutación genética atribuida al uso incontrolado e inapropiado de antibióticos en la medicina humana y en las factorías ganaderas.” Son palabras de su directora general, Margaret Chan, difundidas cuando la OMS elevó a fase cinco, en una escala de seis, el nivel de alerta pandémica por la gripe porcina.


Ya en 1996, la Organización Mundial de Comercio dijo que el uso indiscriminado de antibióticos alentaba la aparición de nuevos gérmenes resultantes de mutaciones genéticas; y otras bacterias y gérmenes que coexistían sin problemas con seres humanos y animales se habían vuelto virulentos y resistentes a los antibióticos. El informe agregaba que las bacterias resistentes a los fármacos, además de atravesar la barrera de las especies hasta llegar al ser humano, en los alimentos podían transmitir enfermedades y también resistencia a fármacos. Así aparecieron nuevas enfermedades infecciosas que provocaron más de 17 millones de las 52 millones de muertes ocurridas en 1995 por esta causa.


En 1996, se contaban 30 nuevas enfermedades aparecidas en las tres últimas décadas, como el sida, la fiebre hemorrágica ébola, la encefalopatía espongiforme bovina (EEB), varios nuevos virus de hepatitis, organismos como el criptosporidium o nuevas cepas de Escherichia Coli, y hasta un brote de tuberculosis resistente que mató a más de 3 millones de personas por año. La OMS reconoció en 1996 que ningún país estaba equipado para enfrentar estos nuevos flagelos.


Según expertos que escribieron artículos en The Ecologist, Le Monde y otras publicaciones prestigiosas, “la industria farmacéutica y la agroindustria maltratan los ecosistemas geográficos y microbiológicos con el uso de intensivo de antibióticos y muchos otros principios activos. Y ahora la naturaleza reacciona frente al desequilibrio.”


La industria porcina tiene hoy verdaderas usinas en las cuales se han producido enfermedades nuevas en las dos últimas décadas, como el síndrome distrófico respiratorio y la reciente gripe porcina. Los conejos padecen enterocolitis y los pollos la enfermedad hemorrágica de Gunborow. Los científicos atribuyen estos brotes a las condiciones de crianza industrial.


La Comisión Pew, que analiza el tema de la producción animal industrial, dijo el año pasado que “las condiciones de cría y confinamiento de la producción industrial, sobre todo en cerdos, crean un ambiente perfecto para la recombinación de virus de distintas cepas, e incluso el peligro de recombinación de virus de la gripe aviar y la porcina que se transmiten a seres humanos.”


Los medios agregan que “En México, la transnacional Granjas Carroll en Veracruz, propiedad de Smithfield Foods, la mayor criadora de cerdos y procesamiento de productos porcinos en el mundo, podría ser la principal responsable de la virulenta epidemia actual.”

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